martes, 30 de abril de 2024

Dia de los y las trabajadoras 2024

 Edgardo Pablo Bergna

     En Mayo de 2001 escribíamos  un texto que encabezábamos con una cita de Eduardo Galeano, el poeta uruguayo afirma en 1998 que:

                   “Desde el punto de vista de la lucha contra la inflación,  las medidas de ajuste son un buen  remedio. Desde el punto de vista de quienes las padecen, las medidas de ajuste multiplican el cólera, el tifus, la tuberculosis y otras maldiciones”. “patas arriba, el mundo al revés”

                                                                               

      A la reforma laboral de 2000, se la denominó “Ley Banelco” y se promulgo en mayo de 2000, varios senadores habían sido sobornados para votar a favor de esa la ley, que luego se derogó. En 2001  se aprobó, y promulgo otra Ley llamada “Ley de Ordenamiento Laboral”  igual de agraviante para los trabajadores pero sin el subterfugio de “corrupción”. Claro que nos traía recuerdos, en tanto que el gobierno de Fernando de la Rua representaba los mismos intereses  que los oprobiosos gobiernos de Carlos Menem de los 90 y la dictadura empresario-militar que fue de 1976 a1983 y tomamos este período solo para dar un corte a partir del cual entender ante quienes nos enfrentamos los trabajadores.

     Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández 

                   “Luego del período neoliberal de los años ´90, en que el Estado había abandonado las tareas relacionadas con la regulación del mercado laboral —se promovieron formas “flexibles”; se descentralizó la negociación colectiva, y se desmanteló el sistema de inspección—, entre 2003 y 2015 se registraron transformaciones en un sentido más inclusivo, y que contrastaron abiertamente con las políticas ejercidas hasta ese momento”   Trajtemberg  Politicas laborales 2003 2015

     En el periodo mencionado que fue desde el 2003 al 2015 se extendieron derechos a los trabajadores. Hasta 2003 conculcados por gobiernos antipopulares de derechas y dictaduras empresario-militar que hicieron languidecer la fuerza laboral yendo contra sindicatos, gremios, y centrales de trabajadores. Así como los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rùa empobrecieron a los trabajadores, más adelante entre el 2015 y 2019 se dispusieron políticas neoliberales que tomaron el mismo sentido, llevando a los trabajadores a situaciones similares a las  que se padecían a fines del siglo XIX.

 

     Debemos señalar que incluso durante los cuatro años de gobierno encabezado por el presidente Alberto Fernández no se  alcanzó a dar continuidad a un período más extenso de políticas con sesgo nacional-popular, llegando al día de hoy en que un gobierno neo-colonial de derechas fue elegido democráticamente logrando legalidad de origen.

     Ahora, mientras terminamos de escribir éstas líneas concluye la votación a la “Ley Bases” propuesta por el Presidente neocolonial Javier Milei, obteniendo media sanción en la cámara de Diputados. Debemos decir que todo el bloque de Unión por la Patria, la Izquierda y un poco mas votaron en contra de esa ley que entre muchos oprobios otorga al presidente facultades delegadas, arrogándose el Poder Ejecutivo la función del Poder Legislativo a través de decretos.

     Los diputados que votaron a favor de la “Ley Bases” representan los mismos intereses que primaron entre 1976 y 2003 incluido el gobierno de Mauricio Macri. Mas allà de las impresiones y conjeturas sobre el concepto del “eterno retorno” vemos “el futuro repitiendo el pasado” y agota.

     Con todo, vamos a estar aquí, desde aquí ocupando el puesto que venimos ocupando hace años. Con la vista puesta en las madres y Abuelas, con los oprimidos y con quienes defiendan los derechos de los vulnerados. Conmemoramos, por supuesto, aquel primero de mayo de 1889 donde fueron asesinados un grupo de obreros estadounidenses detenidos por reclamar una jornada justa de trabajo de ocho horas, y alertamos a identificar al enemigo político, porque se repite y la única manera de cortar con el círculo es alertando a la militancia que el posibilismo de los conciliadores y la “critica  circular” aquella que se ejerce “causa sui” conducen a la anti-política. Y la política es la única manera de generar condiciones para pasar de describir el mundo a cambiarlo.

miércoles, 24 de abril de 2024

El horror blanco


Maximiliano Basilio Cladakis

Fue hace más de veinte años. Había tocado Horcas en Cemento. Fuimos los cuatro de siempre. Pero, cuando terminó el recital, nos separamos. Pablo y yo decidimos quedarnos, dar vueltas por ahí, mientras que Diego y Julio prefirieron volver cada uno a su casa.

Fueron algunas cervezas y un vino. Pablo finalmente quiso volverse. Me encapriché y le dije que se vaya, que no tenía problemas en estar un rato más solo.  Incluso lo acusé de no tener aguante. Se dio vuelta y se marchó.

Entonces fui a una plaza. Me encontré con otros metaleros. Tomamos un vino y hablamos un rato. Todos éramos del Conurbano. Ellos de Laferrere; yo del fondo de San Martín.

Recién cuando se fueron, decidí volver a mi casa.

 No tenía idea de la hora. No llevaba reloj y los celulares todavía no existían, al menos para la mayoría. Hacía bastante frío y yo solo llevaba mi chaleco de jean y una remera de Hermética.

Como dije, había habido mucho alcohol, por lo que estaba sumamente borracho. Tomé el colectivo y recién a la media hora me había dado cuenta de que lo hice en dirección inversa a la que debía.

Me bajé en una avenida que no conocía. Había bastante gente. Típicos porteños de clase media o alta, muchos simulando ser stones. Obviamente que, como metalero, odiaba a los stones pero más odiaba a los chetos que fingían serlo. En ese momento estaban de moda los bares con posters que mostraban la lengua de la banda de la que esa pseudo tribu tomaba su nombre. Había uno o dos por cuadra. También había muchos autos de lujo y los varones como las chicas parecían modelos.

Buscaba la parada del colectivo pero del lado que me llevara hacia donde debía tomar el segundo. Una especie de orgullo me impedía preguntar dónde podía encontrarse.

En un momento, no sé porque, decidí tomar una calle lateral y seguir caminando.

Anduve varias cuadras hasta que llegué a una especie de barrio muy extraño. Era obviamente de gente de mucha plata. Calles empedradas, plazoletas, muchos árboles, casas de dos y tres pisos que, en mi representación, parecían mansiones.

 Estaba todo en silencio. Empecé a dar vueltas por ahí hasta que me senté en uno de los bancos que había en las plazoletas.

Encendí un cigarrillo e, inmediatamente, comenzaron a ladrar unos perros.  

Provenían de las casas. Me di cuenta de que la gente comenzaba a asomarse por las ventanas.

Había hombres, mujeres, niños y ancianos. Eran todos muy blancos, pálidos incluso, de cabellos rubios y, supuse, de ojos claros. Miraban hacia donde yo estaba, en quietud y en silencio.

Pensé que iban a llamar a la policía o a algún tipo de seguridad privada. Entonces me levanté y volví a caminar por donde había venido. A medida que lo hacía, veía que no había casa desde donde la gente no me estuviera mirando. Comencé a sentir miedo y apresuré el paso queriendo salir de esa especie de barrio.

La adrenalina hizo que se me pasara el efecto del vino y de las birras.

 Vi entonces a un grupo de personas inclinadas al lado de una calle, sobre la vereda. Los perros seguían ladrando y la gente mirándome desde las ventanas.

Cuando pasé por su lado, observé que eran más o menos de mi edad, aunque bien vestidos y extremadamente blancos. Estaban formando un círculo.

 Uno de ellos se dio vuelta y me gritó en tono burlon “Vení, metalero”. Si bien tenía pánico más que miedo, lo miré. “Un metalero del conurbano no retrocede ante un cheto de CABA”, pensé. Sin embargo, lo que vi sobrepasaba todo lo que podía imaginarme.

Eran tres mujeres y tres varones. En medio del círculo había un muchacho de mi edad, de piel y de cabellos oscuros. Estaba boca arriba con los ojos abiertos, muertos, mientras esos seis seres hurgaban entre su estómago desgarrado y se alimentaban de sus entrañas. Pude ver que, al costado del cadáver, había una gorra con el logo de V8.

Se pararon los seis, me miraron y comenzaron a reír a carcajadas. El blanco de sus cuerpos estaba regado de la sangre del joven muerto a sus pies. Una de las chicas se reía mientras masticaba una viscera.

“Vení metalero” dijeron todos al mismo tiempo.

Me eché a correr.

 No sé cómo aparecí en la avenida de nuevo.

Finalmente encontré la parada y me tomé el colectivo para volver a mi casa.

No dormí durante tres noches. 

 

 

 

Cuando hable de lo que pasó, nadie me creyó. Sin embargo, con el paso de los años conocí personas que sí lo hicieron.

Descubrí que hay muchos lugares así, barrios enteros donde habitan esas monstruosidades. Algunos los llaman el horror blanco pero nadie sabe exactamente de donde provienen ni que son en verdad.

lunes, 8 de abril de 2024

No hay Patria ni Otro

Maximiliano Basilio Cladakis  


En el horizonte semántico del actual Gobierno no hay Patria ni Otro. La coalición LLA-PRO, expresión extrema del capitalismo neoliberal, excluye ambos términos casi por una cuestión de principios. La sentencia que ha sido (y es, y deberá seguir siendo), una de las máximas del Proyecto Nacional-Popular liderado por Cristina Fernández de Kirchner no tiene nada en común con el actual modelo de explotación y saqueo instituido por la alianza gobernante. Está bien que sea así. Clarifica la situación. Nos encontramos en ámbitos de sentidos contrarios, más aún, antagónicos.

La patria es el espacio-tiempo de existencia comunitaria. Se trata de un proyecto de vida en común, donde el otro y yo desplegamos nuestra historicidad de manera compartida, instituyendo un nosotros que no anula la particularidad sino que la enriquece. La Patria es el Otro y el Otro es la Patria. Se trata de dialéctica e intersubjetividad. El otro me constituye y yo constituyo al otro, formamos parte de un mismo ethos, de un mismo suelo, de una misma comunidad organizada como decía Juan Domingo Perón. Para el capitalismo salvaje, en cambio, únicamente existen instrumentos para la maximización individual (o corporativa) de ganancias.

El otro sólo es un medio para acrecentar la rentabilidad, un recurso entre otros. No hay vida en común ni proyecto intersubjetivo, solo planes de negocios. Al otro, al igual que a la naturaleza, se lo explota. Esa es su razón de ser. Del mismo modo en que la Argentina no es una patria, queda reducida a un territorio de saqueo. El rol de la Argentina es ser colonia en el sentido técnico de la palabra. Y sus habitantes somos reducidos a recursos descartables para negocios nacionales y transnacionales. Eso queda en evidencia en las políticas y discursos de las fuerzas gobernantes: aniquilamiento sin miramientos de los derechos de las grandes mayorías y entrega del patrimonio nacional. No hay otra perspectiva que la acumulación de capital por parte de  los poderes económicos.

El capitalismo en general, y el capitalismo neoliberal en particular, son profundamente individualistas y antihumanistas. Nuestro Gobierno comparte estas dos denominaciones. Nosotros, en cambio, somos profundamente comunitarios y, también, profundamente humanistas. En esta identidad, en esta forma de comprender y existir el mundo debe radicar nuestra fortaleza en tiempos de angustia.

 La Patria y el Otro nos interpelan. Esa Patria que soy yo y es el otro; ese Otro que soy yo y es mi Patria.