Maximiliano Basilio Cladakis
Simone
De Beauvoir dice que la derecha ni bien se encuentra habilitada se inclina hacia la violencia. La
afirmación de la filósofa francesa es una verdad inobjetable. La derecha lleva in nuce la violencia. Elegirse por la derecha es elegirse por
la violencia. Hacerse ser de derecha no es otra cosa que elegir una visión del
mundo y una praxis regida por el principio de eliminación política, simbólica y
material del otro. Toda derecha es fascista, potencialmente o en acto. Solo depende de las
relaciones de fuerza dadas en un momento determinado.
La
Argentina padece hoy esa violencia. Una violencia discursiva, política,
económica y física. El Régimen que se consolida en nuestra patria promueve los
discursos de odio, amenaza a militantes y dirigentes opositores, desecha a la
miseria a millones de ciudadanos, dejándoles morir como en una suerte de
darwinismo social, la represión se extiende como un cáncer contra las
manifestaciones sociales, llevando a cabo detenciones ilegales que nos
retrotraen a las épocas más oscuras de nuestra historia. Nos gobierna la derecha, nos gobierna la violencia.
La
convivencia de ciudadanos que mueren por falta de medicación, los protocolos
represivos, las palabras del Javier Milei sobre enterrar a Cristina Fernández
de Kirchner y poner el último clavo sobre su ataúd no son fenómenos aislados. Por el contrario,
forman parte del mismo plexo de sentido. La
violencia se despliega en violencias. La pluralidad se articula en un mismo
proyecto de dominación social, política y económica. Nos acecha la deshumanización por todas partes. Porque se trata
de un Régimen, no solo inhumano, sino deshumanizante.
Con
el advenimiento del Gobierno LLA-PRO la
derecha se sintió libre de una forma en que hacía décadas no lo estaba. Esa libertad se realiza en la violencia
contra la mayoría de la población. Se trata de la libertad absoluta del amo
contra los esclavos. Porque detrás del poder formal, expresado en las fuerzas
gobernantes, se encuentran los poderes
fácticos y el poder real. Es decir, los dueños del mundo. Precisamente, la
elección por las derechas es una elección por el opresor y contra el oprimido.
Se
trata de una violencia que, como dice Merleau-Ponty, tiene como finalidad
perpetuar la violencia. Consolidar y
extender la explotación, la opresión y la exclusión más allá de los límites de
lo posible. Cuanta más libertad posean más violencia desplegarán contra
todos nosotros. Que su libertad avance
significa que la violencia avanza.
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