Maximiliano Basilio Cladakis
El proyecto de reforma laboral impuesto por el actual gobierno tiene como significado profundizar la esclavitud. Esta es una de las aristas más destacadas de la coalición que hoy preside el destino de la Argentina. Es el gobierno del capital. Sin mediaciones, sin excusas. La tensión capital-trabajo se resuelve en la absoluta dominación del primero sobre el segundo. La lucha de clases se encuentra más viva que nunca, y la están ganando aquellos a los que Evita llamaba “la raza maldita de los explotadores”.
Como ya advertía Marx en el siglo XIX, el obrero es el esclavo moderno. Sus derechos fueron el resultado de grandes luchas y del derramamiento de su propia sangre. Se cuentan víctimas y mártires por millones. Nada provino de esa abstracción inexistente que los apologetas del régimen llaman mercado. En nuestra historia, fue el peronismo quien reconoció los derechos a las grandes masas de trabajadores de la Patria, quien reconoció que se trataba de seres humanos. Y eso costó que bombardearan la Plaza de Mayo, asesinando a más de trescientos civiles; un golpe de Estado; fusilamientos clandestinos; proscripciones; y décadas de dictaduras, de falsas democracias, de represión y de saqueo.
Bajo la dictadura del capital, los derechos conquistados por los obreros son presentados como las causas de los problemas del país. Los convenios colectivos, las vacaciones, las indemnizaciones, la cobertura social, la jornada laboral limitada, obstaculizarían la producción. Toda una escuela económica —la neoliberal— lo justifica, ya que la dignidad del trabajador es concebida como un gasto. Es la economía vista siempre desde el punto de vista del capital. Y, como venimos señalando desde hace años, el discurso económico es la teología contemporánea, hoy convertida en uno de los discursos legitimadores de la explotación, el cual ha penetrado en amplios sectores de la población, incluso entre los propios explotados.
Los salarios son causa de inflación (eso es lo que se dice cuando se afirma que la emisión causa inflación); los derechos laborales lo son de la falta de productividad. El mito de la “industria del juicio” es un caso ejemplar. La idea de que un trabajador inicie acciones legales contra su empleador por haber incumplido las leyes nos es presentada como la gran calamidad. El trabajador debe estar agradecido de por vida de haberle sido brindada la posibilidad de ser explotado.
No es el capital el que genera trabajo, sino el trabajo el que genera el capital. Esta es la verdad. Pero la verdad no importa: la verdad muere bajo la repetición constante de los profetas y predicadores de la explotación, que se cubren ya no con ropajes sacros sino bajo los títulos de economistas y especialistas, de mediadores entre los pobres mortales y las expectativas del mercado. Es, lamentablemente, el paradigma compartido por los predicadores del mercado, sean heterodoxos u ortodoxos, “progresistas” o “conservadores”.
El trabajador, el explotado real, se convierte en chivo expiatorio. Su vida, en tanto vida que merece ser vivida, debe ser sacrificada para que las empresas tengan más ganancias, para que los ricos sean más ricos. Eso es lo que llaman aumentar la producción, la competitividad y la rentabilidad. Estos momentos exigen que se hable sin ornatos, sin vocabularios que legitimen las atrocidades que se encuentran conmoviendo y destruyendo a nuestro pueblo.
Un tema de la mítica banda de heavy metal Tren Loco dice: “sin justicia ni derecho, solo hambre y represión”. Ese es el destino de la clase obrera de aprobarse este proyecto de ley: que la esclavitud ya no sea ni siquiera moderada, que se vuelva a los tiempos de Roma, donde millones morían para que patricios, nobles y hombres libres gozaran de las riquezas. Esa es la finalidad del régimen.
Sin embargo, a pesar de lo oscuro que se presentan nuestros días, hay que tener presente que, cada tanto, se presenta en la historia un Espartaco que puede hacer temblar los cimientos sobre los que se fundan las riquezas de los amos.
Y también, saber que, en la Argentina, siempre puede volver el peronismo y ser recobrada la dignidad de todos nosotros. Aún en tiempos de opresión y explotación extremas, la Justicia Social es una posibilidad, si luchamos por ella.

No hay comentarios:
Publicar un comentario