miércoles, 17 de diciembre de 2025

Profundizar la esclavitud

 

Maximiliano Basilio Cladakis


El proyecto de reforma laboral impuesto por el actual gobierno tiene como significado profundizar la esclavitud. Esta es una de las aristas más destacadas de la coalición que hoy preside el destino de la Argentina. Es el gobierno del capital. Sin mediaciones, sin excusas. La tensión capital-trabajo se resuelve en la absoluta dominación del primero sobre el segundo. La lucha de clases se encuentra más viva que nunca, y la están ganando aquellos a los que Evita llamaba “la raza maldita de los explotadores”.

Como ya advertía Marx en el siglo XIX, el obrero es el esclavo moderno. Sus derechos fueron el resultado de grandes luchas y del derramamiento de su propia sangre. Se cuentan víctimas y mártires por millones. Nada provino de esa abstracción inexistente que los apologetas del régimen llaman mercado. En nuestra historia, fue el peronismo quien reconoció los derechos a las grandes masas de trabajadores de la Patria, quien reconoció que se trataba de seres humanos. Y eso costó que bombardearan la Plaza de Mayo, asesinando a más de trescientos civiles; un golpe de Estado; fusilamientos clandestinos; proscripciones; y décadas de dictaduras, de falsas democracias, de represión y de saqueo.

Bajo la dictadura del capital, los derechos conquistados por los obreros son presentados como las causas de los problemas del país. Los convenios colectivos, las vacaciones, las indemnizaciones, la cobertura social, la jornada laboral limitada, obstaculizarían la producción. Toda una escuela económica —la neoliberal— lo justifica, ya que la dignidad del trabajador es concebida como un gasto. Es la economía vista siempre desde el punto de vista del capital. Y, como venimos señalando desde hace años, el discurso económico es la teología contemporánea, hoy convertida en uno de los discursos legitimadores de la explotación, el cual ha penetrado en amplios sectores de la población, incluso entre los propios explotados.

Los salarios son causa de inflación (eso es lo que se dice cuando se afirma que la emisión causa inflación); los derechos laborales lo son de la falta de productividad. El mito de la “industria del juicio” es un caso ejemplar. La idea de que un trabajador inicie acciones legales contra su empleador por haber incumplido las leyes nos es presentada como la gran calamidad. El trabajador debe estar agradecido de por vida de haberle sido brindada la posibilidad de ser explotado.

No es el capital el que genera trabajo, sino el trabajo el que genera el capital. Esta es la verdad. Pero la verdad no importa: la verdad muere bajo la repetición constante de los profetas y predicadores de la explotación, que se cubren ya no con ropajes sacros sino bajo los títulos de economistas y especialistas, de mediadores entre los pobres mortales y las expectativas del mercado. Es, lamentablemente, el paradigma compartido por los predicadores del mercado, sean heterodoxos u ortodoxos, “progresistas” o “conservadores”.

El trabajador, el explotado real, se convierte en chivo expiatorio. Su vida, en tanto vida que merece ser vivida, debe ser sacrificada para que las empresas tengan más ganancias, para que los ricos sean más ricos. Eso es lo que llaman aumentar la producción, la competitividad y la rentabilidad. Estos momentos exigen que se hable sin ornatos, sin vocabularios que legitimen las atrocidades que se encuentran conmoviendo y destruyendo a nuestro pueblo.

Un tema de la mítica banda de heavy metal Tren Loco dice: “sin justicia ni derecho, solo hambre y represión”. Ese es el destino de la clase obrera de aprobarse este proyecto de ley: que la esclavitud ya no sea ni siquiera moderada, que se vuelva a los tiempos de Roma, donde millones morían para que patricios, nobles y hombres libres gozaran de las riquezas. Esa es la finalidad del régimen.

Sin embargo, a pesar de lo oscuro que se presentan nuestros días, hay que tener presente que, cada tanto, se presenta en la historia un Espartaco que puede hacer temblar los cimientos sobre los que se fundan las riquezas de los amos.

Y también, saber que, en la Argentina, siempre puede volver el peronismo y ser recobrada la dignidad de todos nosotros. Aún en tiempos de opresión y explotación extremas, la Justicia Social es una posibilidad, si luchamos por ella.


miércoles, 10 de diciembre de 2025

The Red and White Party


Maximiliano Basilio Cladakis


Era la primera Red and White Party de Robert como padre. Mientras contemplaba a Hannah sosteniendo al pequeño Mickey Donald, sintió que las lágrimas le ardían detrás de los ojos. El calor era insoportable; la nieve artificial se derretía en el aire antes de tocar el suelo. Era uno de los veranos más extremos de los últimos cien años. Él odiaba el calor, pero en ese momento nada de eso parecía importar.

Ya habían terminado de cenar. Ambos esperaban, con ansiedad, que llegaran las doce. A Robert esas fechas siempre le habían resultado incómodas; algo en ellas le despertaba un malestar antiguo. Pero esta vez debía ser distinto. Ahora era padre. Y Hannah, madre. Ese deseo, tantas veces postergado, al fin se había cumplido.

Debía estar feliz. Y, en parte, lo estaba. Pero solo en parte. El nudo en el estómago volvía, más denso que otros años.

Cuando era niño, amaba estas fechas. Aunque eran otras. Él mismo era otro: Roberto, con “o” final. Su memoria se extendía sobre una estrella, sobre un establo, sobre un niño envuelto en paños. Recuerdos borrosos, como imágenes filtradas por un sueño. Y, entre ellos, aparecía su tío Alejandro.

Esas fechas estaban profundamente ligadas a él. Robert recordaba los regalos que le traía, el amor que le profesaba, las horas que pasaban jugando juntos. Alejandro no tenía hijos y lo prefería sin ocultarlo. También recordaba que, después de la medianoche, siempre surgía alguna discusión. Su tío hablaba de cosas que no podían decirse; sus padres y el resto de la familia le recriminaban que, con sus palabras y acciones, ponía en riesgo no solo su vida, sino la de todos.

Su tío desapareció. Justo el mismo año en que cambiaron el nombre y el sentido de las fiestas.

En el secundario le enseñaron que, cuando llegó la Gran Reforma, al comienzo se intentó permitir que la celebración continuara. Pero siempre alguien recordaba a ese comunista y populista que había nacido poco más de dos mil años atrás. Durante años se intentó ocultar su figura y reemplazarla por la de un anciano gordo y barbudo, pero grupos de subversivos seguían recordándolo. Incluso se prohibió el libro que narraba su vida. Junto a otros, por supuesto. Algunos de los primeros fueron El capital, Mi mensaje de la innombrable, Las venas abiertas de América Latina. Luego, prohibieron casi todos.

Silverland: así se llamaba su país ahora. Aunque ya no era un país, sino la estrella número noventa y cuatro de The Land of Free.

Sonaron las doce. Él y Hannah alzaron las copas y brindaron, cumpliendo el gesto que se esperaba de ellos.

Y entonces, en medio del ruido, sintió que algo dentro se quebraba. Las lágrimas finalmente cayeron, y no eran totalmente de alegría. Abrazó a Mickey Donald, percibió su calor tibio, casi frágil, y el nudo en el estómago se tensó hasta doler.

Tenía en sus brazos el futuro. Y, frente a lo que pensaba que iba a suceder, el pasado se hizo más presente: nombres, rostros, colores, viejos fantasmas que regresaban sin permiso y se apoderaban de su vida.

Sintió, entonces, que el tiempo, en sus tres dimensiones, los devoraría. A él, a Hannah y a su hijo. Que se perderían por siempre en una masa viscosa mientras sonarían canciones alegres y la gente festejaría una alegría sin sentido mientras sus nombres se perderían por siempre en el olvido.





martes, 2 de diciembre de 2025

Nuestro repudio a las políticas intervencionistas de EEUU y La CIA sobre el territorio soberano de República Bolivariana de Venezuela

     Desde Caos y Tiempo repudiamos de manera contundente cualquier intervención de Estados Unidos y la CIA en la Republica Bolivariana de Venezuela. Estas maniobras, históricas y presentes, no tienen nada que ver con la defensa de la democracia: son prácticas injerencistas que buscan condicionar la soberanía de un pueblo y manipular su destino político. América Latina ya conoce demasiado bien las consecuencias de estas operaciones encubiertas: desestabilización, violencia y pérdida de autonomía. Reafirmamos la necesidad de que los conflictos de la región se resuelvan por vías democráticas, sin tutelas externas y con pleno respeto a la autodeterminación de los pueblos.

Repudiamos la presentación "antivacunas" en El Congreso De La Nación Argentina

      Desde Caos y Tiempo repudiamos con firmeza la presentación antivacunas en la Legislatura. No se trata de abrir un debate, sino de retroceder décadas en materia de salud pública. Las vacunas salvaron y siguen salvando millones de vidas; cuestionarlas con argumentos sin sustento científico es sembrar miedo y confusión en un momento en el que necesitamos más claridad que nunca. Frente a la irresponsabilidad y la desinformación, reafirmamos nuestro compromiso con la ciencia, el conocimiento y el cuidado colectivo.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Cartas que arden: de Johannes y Cordelia a Sartre y Beauvoir

 

    Edgardo Pablo Bergna

     Diario de un seductor es una novela filosófica escrita por Soren Kierkegaard donde el autor reflexiona sobre el “estadio estético” a partir de un diario personal donde Johanne relata la conquista de Cordelia. S. Kierkegaard pertenece al S XIX, y se lo considera padre del existencialismo.

     Los amantes del café de Flore es una película  de la televisión francesa, dirigida por Llan Duran Cohen y magistralmente actuada por Anna Mouglalis  y Lorant Deutsch en el papel de Beauvoir y Sartre, respectivamente. Simón de Beauvoir y J.P. Sartre son reconocidos representantes del existencialismo del S XX La relación que mantuvieron Beauvoir y Sartre puede leerse en Memorias de una joven formal y Cartas al Castor respectivamente.

    Lo que sigue es una interpretación de dos ficciones.

    Las cartas de amor son siempre un campo de batalla. No entre amantes, sino entre dos modos de existir. Kierkegaard lo sabía cuando escribió El diario de un seductor: Johannes no escribe para amar, sino para construir un personaje. Sus cartas a Cordelia son un teatro de la pasión, una trampa donde el lenguaje sustituye al cuerpo y la promesa reemplaza al acto. Johannes no busca un vínculo, ni sale del “estadio estético”, busca una escena; tampoco busca un otro, busca su alter ego.

    Más de un siglo después, Sartre y Beauvoir también hacen del intercambio epistolar una forma de existencia, pero invertida. Se quitan las máscaras, se desvelan, se desnudan. No buscan poseerse, ambicionan y demandan libertad espantan la hipocresía, amplían el campo de lo posible resistendo, construyendo autonomía para sí y para el otro. Es una apuesta profundamente ético-política.

     Con todo, las cartas de amor son literatura, tomos de una novela donde la ficción  anula una realidad, ¿y crea otra?. Johannes,  es un prestidigitador, un jugador; Sartre y Beauvoir la revelación, el compromiso. y todos envueltos en la misma contradicción: el amor, cuando se va escribiendo, va osificando su propia  existencia, que es anterior a su esencia. La letra fija la existencia pero no puede con la pasión y su  dinámica de revelación y rebelión.

    El amor kierkegaardiano habita la modernidad donde un sujeto centrado en sí mismo se agota en su campo estético. En este sentido, el “otro” se reduce al reflejo del “uno mismo”, ya sea como “soy yo mismo” —ipse— o como “objeto propio”. Por el contrario, para Sartre y Beauvoir, el amor concierne al ámbito donde el sujeto es descentrado e intenta vincularse en medio del derrumbe de dogmas y certezas. Se trata de una relación compleja, en la que la subjetividad se enfrenta al desafío de objetivar al otro sin perder su autonomía ni su libertad.

     Quizás la diferencia más profunda no sea ético-moral sino histórica. Johannes seduce para escapar del aburrimiento y los credos del siglo; Sartre y Beauvoir escriben para no rendirse a la hipocresía del siglo. Johannes destruye a Cordelia en su ficción; Beauvoir convierte el amor en pensamiento. Ambos, sin embargo, confirman que la correspondencia amorosa sigue siendo experimental pero se ajustan al espíritu de su época.

    Y si hoy ya no escribimos cartas, tal vez sea porque hemos perdido el tiempo lento del pensamiento y la pasión. Johannes, Sartre, Beauvoir: tres nombres, tres modos de amar vinculados por la escritura en una tensión constante. Entre ellos se revela la trayectoria de la subjetividad moderna hacia la subjetividad contemporánea: ¿de la seducción estética a una ética de la libertad? Entre el juego y el compromiso, entre la máscara y la verdad, el amor sigue siendo una llaga que siempre arde.

jueves, 13 de noviembre de 2025

El Milagro Argentino

 

Maximiliano Basilio Cladakis   


Luis Petete nació en una familia de clase alta. No pertenecían a la oligarquía tradicional. Sus abuelos habían llegado desde Sicilia en la década del treinta. Se decía que formaban parte de una de las familias de la mafia y que tuvieron que huir, no del fascismo, sino de una vendetta. Si uno indaga en los archivos, hubo un legislador menor de apellido Petete en el Partido de Mussolini. No es raro, teniendo en cuenta los vínculos entre la mafia y el fascismo.

Ya instalados en el sur del mundo, la famiglia mantuvo contactos, hizo negocios, pero no fue sino hasta la última dictadura cívico-militar cuando los Petete se volvieron un nombre de peso. Importaciones, contubernios, tráfico de influencias: todo los llevó a ubicarse entre las familias más poderosas de la Argentina, ligadas al mundo financiero.

 

 

Luis nació en el momento de ascenso de los Petete, después de Jorge y antes de Karina. Siempre tuvo un carácter osado, emprendedor. Era el preferido de su tío Julio, verdadero patriarca del clan, quien solía repetir, con su difícil español cruzado de siciliano: “Un gran destino, Luigi. Un gran destino”.

Hizo sus estudios primarios y secundarios en una escuela católica de elite. No era buen estudiante, pero sí muy popular. Sus compañeros admiraban su estilo travieso e insolente. No estudiaba, pero siendo hijo de los Petete, ningún docente ni autoridad se atrevía a reprobarlo. Además estaban las donaciones que la familia hacía cada año a la prestigiosa institución.

Durante la adolescencia, Luis desplegó plenamente sus dotes de líder. Sus compañeros lo seguían y obedecían en todo. Las chicas caían rendidas a sus pies, y las que no, él las obligaba. Entre los trece y los dieciséis años desvirgó a más de treinta jóvenes, la mitad de manera voluntaria. Tenía un carácter rebelde; le gustaba romper la ley, una ley que —según sus propias palabras— no estaba hecha para gente como él. A veces robaba el BMW de su hermano y salía con sus amigos por las rutas del conurbano a hostigar a los jóvenes de su edad. Reía cuando alguno de esos “negros” recibía una paliza. Sentía que su vida se realizaba.

Cuando su madre se enteró, se escandalizó. No porque considerara inmoral lo que hacía su hijo. Aunque era muy católica, compartía con sus compañeras del Opus Dei una profunda aversión hacia los pobres, sobre todo los del conurbano bonaerense. El tío Julio, sin embargo, repetía su sentencia: “Un gran destino”. Ese fuego de Luis no debía apagarse, sino canalizarse.

 

 

Cuando comenzó a estudiar Economía en una de las más prestigiosas universidades privadas de la Argentina, los miedos de su madre se habían hecho reales. Luis estaba desbordado. Consumía todo lo que existía. Unos meses antes de graduarse ocurrió lo peor: mató a una compañera después de violarla. Como se trataba de una joven de clase media baja que estudiaba gracias a una beca, no hubo problemas en cubrir las huellas.

Terminó sus estudios y el tío Julio decidió enviarlo a hacer un posgrado en Miami. “Es gente de la nuestra —dijo—, van a disciplinarlo y a canalizar su potencial.”

A las pocas semanas, Luis fue enviado a Los Ángeles. La familia arregló todo para que ingresara a un posgrado en Finanzas en Cereals University, la universidad que pertenecía a la corporación dueña de la más conocida marca de cereales del mundo, y que además era socia mayoritaria de empresas de alta tecnología y participaba en la industria militar. También se decía que estaba involucrada en el tráfico de drogas, personas y armas.

 

 

El consumo problemático de Luis ya era notorio, así que antes de empezar sus estudios fue internado por la fuerza en uno de los centros de rehabilitación que pertenecían a la empresa. Esa misma empresa estaba vinculada a la Illumination Church, una de las iglesias neopentecostales más poderosas del planeta, con sucursales en todos los continentes. Su crecimiento había sido tan vertiginoso que en Brasil ya rivalizaba con la Iglesia Universal del Reino de Dios.

Fue en ese momento de su vida cuando comenzaron a circular las historias que lo vincularon con pactos demoníacos. Si bien la Illumination Church contaba con millones de fieles, se hablaba de ella de muchas formas distintas. Algunos decían que era un dispositivo de cooptación ideológica al servicio de la extrema derecha estadounidense. Otros, que funcionaba como fachada para el lavado de dinero. Los más religiosos sostenían que, en realidad, era una secta satánica. Y había quienes afirmaban que era las tres cosas.

La joven promesa de los Petete pasó un tiempo en rehabilitación. Durante ese período comenzó a asistir a las reuniones de la iglesia. Si bien era católico, ni los pastores ni su familia consideraron que eso fuera un problema. “Todos adoramos al mismo Dios”, decían unos y otros.

Al principio, Luis estuvo reticente. Sin embargo, su espíritu fue cediendo ante las palabras del pastor:


“Dios bendice a los valientes.”


“De los violentos es el Reino de los Cielos.”


“Quien no produce debe marchitarse como la higuera maldita por Jesús.”

Luego de la resistencia inicial, Luis comenzó a meditar seriamente sobre aquellas palabras y sobre su destino. Se dice que pasaba las noches pensando en ellas. Y no solo en ellas, también en María del Pilar Iberlucia, otra argentina, nieta de un ex presidente de la Sociedad Rural, que asistía al mismo templo.

 

 

Uno de los testigos contó que fue una tarde de miércoles cuando finalmente sucedió. Luis se entregó al Espíritu. Cuando el pastor realizó la imposición de manos, cayó de bruces. Se sacudió espasmódicamente, tuvo visiones extrañas: una tierra de leche y miel, un fuego que lo atravesaba. Lloró y pidió perdón. El pastor lo abrazó como a un hijo.

A los pocos días ya estaba de novio con María del Pilar. Había dejado no solo la cocaína, sino también el cigarrillo y el alcohol. Se volvió disciplinado y metódico. Pasó un año más en los Estados Unidos, donde se transformó en una estrella entre los latinos de la universidad.

 

 

Cuando volvió a la Argentina, su familia se sorprendió al ver los cambios. Seis meses después se casó con María. Comenzó a trabajar en la sucursal argentina del fondo de inversiones Stanley & Pidman. Los contactos realizados en Los Ángeles lo llevaron a convertirse en uno de los hombres de finanzas más reconocidos y requeridos por el establishment local e internacional.

Frecuentaba a los empresarios y corporaciones más poderosos del país. Era invitado a programas de televisión donde su palabra se tomaba como si fuera la voz misma de los grandes capitales a los que representaba. Su tío Julio había tenido razón: Luis había dado más dinero y renombre a los Petete que cualquier otro miembro de la familia. Murió poco después del nacimiento del tercer hijo de su amado sobrino. El funeral fue transmitido por televisión.

 

 

El prestigio de Luis alcanzó su punto máximo cuando la extrema derecha ganó las elecciones presidenciales. Los grandes medios, los empresarios y hasta parte del electorado reclamaban su nombre para el Ministerio de Hacienda y Finanzas. Lo consideraban un técnico apolítico, un “hombre de confianza de los mercados”. El nuevo presidente, ansioso por legitimar su gobierno ante el capital internacional, le ofreció el cargo.

Luis aceptó. Su asunción fue transmitida en cadena nacional. Los diarios titularon: El milagro argentino comienza hoy.

 

 

Su gestión fue vertiginosa. En pocos meses llevó a cabo la mayor transferencia de ingresos hacia el capital concentrado de la historia nacional. “Logró estabilizar la economía”, decían. La pobreza se disparó, el hambre creció en el conurbano y en las provincias, pero todo era presentado como un sacrificio necesario.

A las pocas semanas se mudó con su familia a la quinta de Olivos. Un empleado contó que por las noches realizaba extraños ritos frente al presidente. “Y funcionaban”, decía. Los mercados respondían, el dólar se aquietaba, las potencias extranjeras lo elogiaban.

La prensa internacional lo llamaba el mago de los mercados. Daba conferencias en Davos, Jerusalén, Tokio. En cada una repetía las mismas palabras: austeridad, fe y sacrificio. Su mirada era más la de un religioso que la de un técnico.

“El sufrimiento es el camino hacia la purificación del pueblo”, decía, y el auditorio lo ovacionaba.

Cuando le entregaron el Nobel de Economía, un periodista le preguntó por el costo social de sus políticas. Luis sonrió.

—El dolor también es una forma de inversión —respondió.

Nadie supo si era una broma o una confesión.

 

 

Sin embargo, como en una maldición cíclica, el aparente milagro comenzó a resquebrajarse. Cada vez quedaba más en claro que el milagro era para unos pocos. Incluso los más fervientes defensores del gobierno comenzaron a dudar cuando ellos se quedaban sin trabajo y sus padres jubilados tenían que elegir entre comer o comprar sus medicamentos. El camino por el desierto no llevaba a ninguna tierra prometida, sino a desiertos más áridos. Se viralizaron videos que mostraban a niños revolviendo bolsas de basura, mujeres peleando por un pan, ancianos arrastrando carros vacíos. Las manifestaciones comenzaron a ser masivas. Desde el gobierno se hablaba de “fuerzas del caos”, de enemigos del milagro, de complots extranjeros. Se nombró a Venezuela, a Rusia, a Irán y a China. Pero las palabras ya no entusiasmaban.

 

 

Luis apareció por última vez en una conferencia de prensa. Llevaba un traje oscuro y una expresión de piedra. Permaneció en silencio varios segundos. Luego sonrió apenas, una sonrisa que nadie olvidó, y dijo:

—El orden debe renacer en la sangre.

Después se dio media vuelta y abandonó la sala, dejando tras de sí un silencio espeso, casi litúrgico.

 

 

En una de las tantas marchas de jubilados, la represión excedió el límite —un límite que, vale aclarar, ya se había extendido demasiado. La policía reprimió como lo hacía siempre, pero esta vez fue mucho más brutal. Asesinaron a más de doscientos manifestantes. El estallido, entonces, fue inmediato e irrefrenable. Desde el conurbano las masas comenzaron a movilizarse hacia la Plaza de Mayo. Los operativos policiales no podían detener la cantidad de manifestantes. Hubo una represión inaudita, pero fueron millones los movilizados: más incluso que cuando la selección de fútbol había ganado el Mundial de Qatar.

 

 

¿Qué podría decirse de esas jornadas? ¿Fue una pueblada? ¿Fue una revolución? ¿Fue hartazgo? Esas son interpretaciones. Los hechos dicen que fueron tres días de algo cercano a una guerra civil. Aún hoy no se conoce la cantidad de muertos. Se sabe que fueron más de veinte mil en manos de las fuerzas de seguridad. El gobierno lanzó la más violenta represión de la historia. Llegó a emplear, como décadas atrás, a la fuerza aérea para bombardear localidades. Sin embargo, finalmente el presidente renunció junto a sus ministros.  La mayoría  se fugó junto a él  a los Estados Unidos.

 

De Luis Petete no se supo nunca más nada. Cuando las nuevas autoridades ingresaron a la quinta de Olivos descubrieron una escena macabra. Seis cadáveres desnudos y con los miembros amputados se encontraban dispuestos en las puntas de una estrella dibujada en el suelo con sangre. Junto a él también desaparecieron su mujer y sus hijos.

 

 

Hoy, mientras el país que antiguamente se llamaba Argentina es un territorio de disputa, cuyo destino sigue siendo incierto, continúa ignorándose el paradero del Milagro Argentino. Algunos dicen que está en algún país de Medio Oriente. Otros, que asesora a fondos financieros estadounidenses. Sin embargo, hay quienes aseguran que fue ascendido en la Illumination Church y que hoy ocupa el rol de Maestro Principal, formando a los jóvenes discípulos.

 

viernes, 7 de noviembre de 2025

El Fenómeno Milei

 Maximiliano Basilio Cladakis


Es un grave error no comprender las novedades en la historia. Pero también lo es pensar la novedad sin observar las líneas de continuidad. Se ha dicho y escrito mucho sobre el “Fenómeno Milei”. Era y es necesario hacerlo. Sin embargo, si pensamos que es un acontecimiento absoluto, totalmente nuevo, una suerte de quiebre sin precedentes en la historia, se nos haría imposible comprenderlo.

El triunfo electoral de Milei en el Balotaje de 2023 fue posible debido a un proceso iniciado varios años antes: la posibilidad de que un Partido, Frente o Alianza explícitamente de derecha tenga chances de llegar al gobierno por medio de elecciones. Esto se consolidó, no en 2023, sino en 2015 cuando la Alianza Cambiemos llegó al Gobierno Nacional con el PRO como principal fuerza política y con Mauricio Macri como candidato a Presidente.

Si bien contó con el apoyo de la UCR y de otros partidos, fue la primera vez que la mayoría del electorado optó por una derecha explícita. Se podría mencionar, para refutar estas palabras, el caso de Menem o de De la Rúa. Sin embargo, en ambas situaciones se trataba de representantes de partidos políticos tradicionales. Este punto resulta fundamental para comprender la coyuntura actual.

En el caso del menemismo como en el de la primera Alianza, el poder real se infiltró en partidos de arraigambre popular para realizar su proyecto de mundo. En los años anteriores lo habían hecho a través de golpes de Estado y dictaduras. Resultaba impensable que un partido que respondía confesamente al gran capital sea una opción de gobierno por vías electorales. El caso de la UCeDe reafirma lo que decimos ya que no era más que una fuerza testimonial.

Sin embargo, tras un arduo trabajo en lo que hace a la disputa de sentido en el ámbito de la cultura a través de los medios masivos de comunicación, de las redes sociales, de la proscripción y persecución a dirigentes y militantes, de intentos de golpes, de terrorismo económico, como así también de las traiciones y el transfuguismo político logró instituirse la posibilidad de que el Poder Real llegué al gobierno por medio una elección de manera explicita. Antes de Cambiemos hubo ensayos exitosos, como cuando De Narváez ganó las Legislativas Bonaerenses a, ni más ni menos, que Néstor Kirchner.

El “Fenómeno Milei” es una derivación de esa estrategia planificada por el poder real. Esto no significa negar lo novedoso del caso. Es una nueva configuración de poder del capital, de eso no caben dudas. Tiene su propia idiosincrasia. Sin embargo, se encuentra inscripto en la tradición oligárquica-colonial que, desde hace dos siglos, atenta contra nuestro pueblo y contra nuestra patria.

Tras la victoria electoral de LLA un periodista dijo que era la noche más oscura del peronismo. Lo haya dicho o no de buena o mala fe, esa afirmación es el correlato de una mirada fragmentaria, parcializada del hecho. El peronismo sufrió bombardeos, fusilamientos, persecuciones, proscripciones y desapariciones. La derrota sufrida el 26 de octubre debe ser pensada a partir de las estrategias diseñadas por el poder real para imponer sus intereses y proyectos de mundo.

Los militantes del campo nacional-popular debemos ser conscientes que no nos enfrentamos a un simple partido político sino a un oscuro entramado de poderes, desde los medios masivos de comunicación a la embajada y el tesoro de Estados Unidos. La LLA, como así también el PRO, no son otras cosa que dispositivos e instrumentos para la colonización de nuestro país por parte de fuerzas históricas, sociales y económicas de las cuales los candidatos no son más que empleados.








Profundizar la esclavitud

  Maximiliano Basilio Cladakis El proyecto de reforma laboral impuesto por el actual gobierno tiene como significado profundizar la esclavi...