Maximiliano
Basilio Cladakis
“La
Patria es el Otro”, la afirmación pronunciada por Cristina Fernández de
Kirchner hace más de una década, debe
constituirse en el principio orientador del pensamiento y de la praxis del
campo nacional-popular. Se trata de una
sentencia que debe ser el punto de partida y el fundamento de la unidad y la organización
política, ética y cultural. Es necesaria. Es absoluta. En el escenario
actual, donde una derecha deshumanizante nos sacrifica en los altares del capitalismo
(porque ese es el verdadero Moloch que se alimenta de la sangre de los pueblos,
la Justicia Social no sacrifica sino que redime a los sacrificados) y que apela
al individualismo y al egoísmo, a lo más aborrecible de la condición humana, sostener que la Patria es el Otro es, al
mismo tiempo, un acto de resistencia y el fundamento prístino de un proyecto de
transformación y emancipación.
La
Argentina se encuentra sometida a los poderes económicos nacionales y
transnacionales. Las políticas se
desvanecen en planes de negocios y lo único legitimado es la maximización de
ganancias por parte del capital concentrado. Mientras tanto más de la mitad
de la población es arrojada a la pobreza. Nuestra
organización no es solo un deber moral, sino una exigencia histórica.
Debemos hacer frente a las potencias destructivas del
neoliberalismo-neocolonial y a sus pretores políticos (el actual gobierno y sus
aliados no son otra cosa que eso). Esa organización exige consignas. “La Patria es el otro” es la fundamental,
el núcleo que debe servir a la unidad de nuestro campo de acción. Porque
nuestra patria, aquello que defendemos, aquello que nos interpela, aquello que
nos conmueve, no es una entidad metafísica, no es un mero fetiche, es el otro.
Y está claro, que ese otro es el otro vulnerado, excluido, exiliado de todo
derecho.
Cuando
sostenemos que la Patria es el Otro nos encontramos oponiéndonos de manera
radical al Régimen gobernante, lo definimos, lo determinamos, es quien veja al
otro de manera sistemática y cotidiana. Y, también, nos definimos y
determinamos a nosotros mismos. Somos
absolutamente contrarios a ellos: nuestra finalidad es la Justicia Social, en
torno a ella se articulan la Soberanía Política y la Independencia Económica. La
finalidad de nuestras acciones, de nuestras palabras, de nuestros escritos es,
por lo tanto, el reconocimiento de derechos concretos de ese otro para quien le
está destinado, bajo el actual régimen, solamente el hambre o la represión. Esa
es la Patria por hacer, esa es la Patria con la cual nos comprometemos, esa es
la Patria que sufre, padece, y que nos devuelve la mirada en cada esquina, en
cada barrio y que nos interpela en lo más profundo de nuestra existencia.
Somos lo que hacemos en
virtud de la Patria; es decir, somos lo que hacemos en virtud del Otro.