Maximiliano Basilio Cladakis
En el horizonte
semántico del actual Gobierno no hay Patria ni Otro. La coalición LLA-PRO, expresión extrema del
capitalismo neoliberal, excluye ambos términos casi por una cuestión de
principios. La sentencia que ha sido (y es, y deberá seguir siendo), una de las
máximas del Proyecto Nacional-Popular liderado por Cristina Fernández de
Kirchner no tiene nada en común con el actual modelo de explotación y saqueo
instituido por la alianza gobernante. Está bien que sea así. Clarifica la
situación. Nos encontramos en ámbitos de sentidos contrarios, más aún, antagónicos.
La patria es el
espacio-tiempo de existencia comunitaria. Se trata de un proyecto de vida en
común, donde el otro y yo desplegamos nuestra historicidad de manera
compartida, instituyendo un nosotros que no anula la particularidad sino que la
enriquece. La Patria es el Otro y el Otro es la Patria. Se trata de dialéctica
e intersubjetividad. El otro me constituye y yo constituyo al otro, formamos
parte de un mismo ethos, de un mismo
suelo, de una misma comunidad organizada como decía Juan Domingo Perón. Para el
capitalismo salvaje, en cambio, únicamente existen instrumentos para la
maximización individual (o corporativa) de ganancias.
El otro sólo es un
medio para acrecentar la rentabilidad, un recurso entre otros. No hay vida en
común ni proyecto intersubjetivo, solo planes de negocios. Al otro, al igual
que a la naturaleza, se lo explota. Esa es su razón de ser. Del mismo modo en
que la Argentina no es una patria, queda reducida a un territorio de saqueo. El
rol de la Argentina es ser colonia en el sentido técnico de la palabra. Y sus
habitantes somos reducidos a recursos descartables para negocios nacionales y
transnacionales. Eso queda en evidencia en las políticas y discursos de las
fuerzas gobernantes: aniquilamiento sin miramientos de los derechos de las
grandes mayorías y entrega del patrimonio nacional. No hay otra perspectiva que
la acumulación de capital por parte de
los poderes económicos.
El capitalismo en general, y el capitalismo neoliberal en particular, son profundamente individualistas y antihumanistas. Nuestro Gobierno comparte estas dos denominaciones. Nosotros, en cambio, somos profundamente comunitarios y, también, profundamente humanistas. En esta identidad, en esta forma de comprender y existir el mundo debe radicar nuestra fortaleza en tiempos de angustia.
La
Patria y el Otro nos interpelan. Esa Patria que soy yo y es el otro; ese Otro que soy yo y es mi Patria.
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