lunes, 9 de septiembre de 2024

Intentaron asesinar a Cristina

 Maximiliano Basilio Cladakis


 

Intentaron asesinar a Cristina. Ese es el acontecimiento nuclear de la historia argentina reciente. Un acontecimiento cuyas ramificaciones se extienden y profundizan hasta el día de hoy. Le gatillaron dos veces en la cabeza, entre una multitud, a la vista de todos. La televisión y las redes sociales repitieron la escena de manera infinita. Dos veces Presidenta, Vicepresidenta en ejercicio en ese momento, líder de la fuerza política más importante de nuestro país, así y todo, un arma fue puesta frente a ella. Y, sin embargo, se trató como un hecho menor.

Decidimos pasarlo por alto, convertir el acontecimiento que vejó a la democracia argentina, en una noticia más, entre otras. No nos detuvimos a reflexionar sobre el retorno de la violencia política en la Argentina, ni sobre el modo en que fuerzas oscuras y fascistas que, ingenuamente, creíamos superadas continuaban al acecho, ni sobre el rol de la oposición de derechas (actualmente oficialismo) que se negó a proclamar un repudio sobre el hecho, ni sobre sus vínculos con los perpetradores materiales.

Banalizamos el hecho y nos banalizamos a nosotros mismos. Por un lado, la oposición política y mediática al gobierno de entonces obtuvo un triunfo. Vieron cristalizados y materializados sus discursos de odio. Cristina era definida como el cáncer de la Argentina, se intentó eliminar ese cáncer y nadie los condenó. Demostraron que su impunidad es absoluta. Pueden escribir y pronunciar los discursos más atroces y nadie los cuestionará. Incluso, los lemas de campaña de las elecciones presidenciales del año pasado prometían eliminar al kirchnerismo y encerrar en una prisión a Cristina, a la víctima del atentado. El odio ya podía expresarse libremente sin ningún límite. Y, tras las elecciones, esa libertad se acrecentó. El cincuenta y seis por ciento de la población decidió que así sea. La mayoría del electorado dio su apoyo al odio, le otorgó aún más poder a los hacedores y profetas de la violencia en la Argentina.

Cabría preguntarse, entonces, si  no es pecar de ingenuidad asombrarse por la situación que estamos atravesando. Estaba a la vista de todos. Solo restaba pensar, reflexionar, leer el modo en que se iban entrelazando los acontecimientos. Represión, detenciones ilegales, discursos de odio, en algún punto ya estaba anunciado. La derecha no es democrática, lleva in nuce al fascismo. Si las condiciones lo permiten desplegará toda su violencia represiva, discursiva y económica. Y las condiciones se dieron. El atentado a Cristina fue el momento de cristalización, el momento donde todo fue habilitado.

Por otra parte, también se encuentran los comunicadores y referentes opositores al actual gobierno que se suman al proceso de demonización de Cristina. Antiguos aliados que hoy ven en ella a la responsable de la derrota electoral del año pasado, que centran todas sus críticas en ella con una vehemencia que, a veces, es mayor que la de la propia derecha. Cristina es la que hizo las cosas mal, no la que fue víctima de un intento de asesinato. Al igual que sus rivales, convierten a la víctima en victimario. En el mejor de los casos se trata de un error de lectura sobre la coyuntura; en el peor, de cobardía, complicidad y traición.



 

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