lunes, 29 de septiembre de 2025

Antes Braden o Perón. Ahora el "Pueblo" o el rey y su bufón

 


Edgardo Pablo Bergna

 

    El presidente Javier Milei, con sus insultos y torpezas, ofrece un espectáculo digno de un bufón. Esto sería apenas risible si no sirviera para desviar la mirada y encubrir los daños que producen sus políticas, orientadas a poner al Estado al servicio de un pequeño grupo de crematofilos. Según Federico Sturzenegger, Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, su “plan de ajuste y desregulación” llegó incluso a provocar —en palabras suyas— “gemidos sexuales” en el presidente.

 

    En su papel de bufón medieval, Milei despliega su pericia en divertir a la realeza —encarnada en el Presidente de los Estados Unidos—, profundizando la entrega de la Argentina a los intereses del país del norte, que virtualmente nos gobierna. Las políticas económicas, las recetas del FMI, la entrega de nuestros recursos y la alineación diplomática no son improvisaciones: constituyen un plan sistemático de subordinación.

 

    Las próximas elecciones no serán sólo una disputa contra la ineptitud de un gobierno que nos desprecia. Serán, sobre todo, una confrontación con la potencia imperial que impone la agenda y define los límites de nuestra soberanía. Washington no vota en nuestras urnas, pero decide en nuestros ministerios.

 

    Marx señaló que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”. Esa lucha también se libra entre naciones. Hay gobiernos que defienden la independencia económica y la soberanía política para alcanzar justicia social y dignidad, mientras otros, como el de Milei, vociferan que “la justicia social es una aberración” y nos condenan a la humillación de entregarnos sin resistencia al opresor.

 

    La tarea de la oposición debe ser clara: enfrentar no sólo a la pieza, sino también a la mano que la mueve; no sólo al bufón, sino también a su rey. Ayer fue Braden o Perón; hoy es el “pueblo” o el rey y su bufón. Quien debería representarnos, nuestro gobierno, nos entrega al enemigo. La escena se muestra nítida, impúdica en su obscenidad, sin matices ni grises: o se milita en el campo Nacional y Popular, o se camina hacia Antenora, como presagia Dante.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Palestina resiste: contra la invasión, el genocidio y la complicidad internacional

 

Edgardo Pablo Bergna 

Maximiliano Cladakis

La invasión de Israel sobre Palestina no puede esconderse bajo eufemismos diplomáticos ni con el lenguaje vacío de la neutralidad. No es un “conflicto” ni una “disputa territorial”. Es la violencia sistemática de opresores sobre oprimidos. Es el intento de control permanente del Estado de Israel sobre Franja de Gaza y de arrancar de raíz una cultura, una historia y una identidad.

¿Es un genocidio? Sí. Lo es cuando se bombardean hospitales, cuando se asesinan niños y mujeres, cuando se arrasa con barrios enteros para dejar tierra arrasada. Lo es cuando el objetivo no es defenderse sino aniquilar. Nombrarlo de otro modo es ser cómplice.

Detrás de esta maquinaria asesina late un engranaje poderoso: el negocio de las armas. Cada misil lanzado sobre Gaza es también una factura pagada a la industria militar, el verdadero motor de esta guerra. Mientras las madres mueren llorando a sus hijas e hijos muertos, las corporaciones festejan ingresos millonarios. El capitalismo se alimenta de la sangre de los oprimidos del Mundo. Es Muerte, sin literatura ni metáfora.

¿Y la ONU? Entre declaraciones tibias, llamados al “cese del fuego” y condenas que nunca se traducen en hechos, el organismo se muestra impotente, reducido a la sombra de lo que alguna vez prometió ser. Los vetos de las potencias, la hipocresía de los gobiernos y la indiferencia ante la masacre transforman a la ONU en un cómplice pasivo de la barbarie.

En la Argentina, la vergüenza tiene nombre y apellido: el presidente que se arrodilla frente al poder internacional, que aplaude la narrativa oficial de Israel, que ignora deliberadamente el sufrimiento de los palestinos y que convierte la política exterior en un acto de servilismo. Esa complicidad no nos representa: avergüenza la memoria histórica de un “pueblo” que realizó el concepto de Memoria, Verdad y Justicia.

Hegel, cuando pensaba la historia, la describía como una “mesa de carnicero”: un escenario donde la razón se abre paso entre la sangre y los cuerpos sacrificados. Pero allí, en Palestina, esa razón se vuelve cinismo: la mesa de carnicero ya no promete un futuro de libertad, sólo repite la masacre a favor del poder real.

Marx, que supo ver en cada guerra y en cada opresión la lógica del capital, nos recuerda que la emancipación de los pueblos no se alcanza con palabras, sino con lucha organizada. La opresión no es un accidente de la historia: es la forma en que el capitalismo sostiene su poder. Y la resistencia palestina es parte de la resistencia universal contra ese sistema de muerte.

Y Sartre, por su parte, establece que la libertad siempre implica compromiso. Para él fue Argelia invadida por Francia y estamos seguros de que lado estaría hoy. No basta con observar, ni con indignarse desde la comodidad de la distancia: hay que tomar partido. Y hoy, tomar partido significa estar con Palestina, denunciar el genocidio, enfrentar la complicidad de los poderosos y asumir la responsabilidad de la acción.

Desde Caos y tiempo afirmamos con claridad: no hay neutralidad posible somos objetivos pero no imparciales. O se está del lado de Palestina o se está del lado del genocidio. Y del mismo modo, o se denuncia el negocio de las armas, la complicidad de los organismos internacionales y la vergüenza de nuestros gobernantes, o se acepta en silencio la barbarie.

Hoy, más que nunca: Palestina resiste. Y resistir con Palestina es resistir contra el genocidio, contra el imperialismo y contra la cobardía de los que callan.




  • Nota necesaria: Desde Caos y tiempo elegimos esperar antes de publicar estas palabras. No por indiferencia, sino porque en medio del estruendo de bombas y comunicados vacíos, la reflexión exige su tiempo. No queremos repetir titulares ni disfrazar la masacre con un lenguaje neutro. El búho de Minerva alza el vuelo al anochecer y preferimos nombrar lo que ocurre con claridad y con compromiso. La demora, entonces, no fue “callarse”: fue el gesto de preparar una voz firme, sin medias tintas, porque de este lado de la historia no se especula, se elige

lunes, 22 de septiembre de 2025

El talante filosófico

 

Edgardo Pablo Bergna


¿No es, acaso, la filosofía un acto romántico de acercamiento amoroso a la sabiduría, guiado por la admiración y el asombro? ¿O como afirma Horacio sapere audi “atrévete a saber” un impulso poético a tomar el camino del conocimiento? ¿Será acaso una invitación a pensar como establece Kant, siglos después de Horacio, pero siguiendo sus pasos? Desde sus orígenes, ha nacido de esa extrañeza que nos arranca del hábito, de esa inquietud que nos expone a lo desconocido. En ella, la finalidad y el principio parecen confundirse en una única afirmación: la de saberse en búsqueda, la de no contentarse con lo dado ni con lo evidente.

Filosofar es, en última instancia, autoconciencia de la ignorancia: el talante socrático de reconocer que el saber verdadero comienza por admitir la propia limitación. Es el ser que se sabe frágil en su entendimiento, y que sin embargo se afirma en esa fragilidad como potencia creadora y sigue pensando. Quien dice “sólo sé que no sé” no se resigna, sino que abre un espacio infinito para la interrogación, para la construcción de sentido, para el despliegue de una vida consciente.

Este gesto, tan antiguo como Sócrates y tan humano como el deseo mismo de conocimiento, resulta hoy inusual. Vivimos en tiempos donde todos parecen ser superespecialistas en todo, donde la opinión sustituye a la reflexión y la indignación televisada pretende ocupar el lugar del pensamiento. Las bibliotecas, antes templos del silencio y la búsqueda, se han reducido a un muro digital en la pantalla, detrás del cual se agitan panelistas furiosos que ofrecen certezas rápidas y efímeras.

Y, sin embargo, la filosofía persiste. Persiste como resistencia al ruido, como retorno al asombro y como ejercicio de humildad. Nos recuerda que su origen no está en la posesión de verdades, sino en la pasión por buscarlas; no en el grito de la certeza, sino en el silencio fecundo de la pregunta. En un mundo saturado de información, filosofar es recordar que la sabiduría no es acumular datos, sino aprender a habitar el misterio de lo que no sabemos.

Bienvenidos a pensar con nosotros.




Notas sobre la filosofía


Maximiliano Basilio Cladakis


Filosofía y negatividad

La filosofía acontece donde surge la pregunta. Cabe aclarar que no se trata de cualquier pregunta sino de aquella que conmueve el cielo, la tierra, el mundo y la historia. La filosofía no es un saber acabado ni mucho menos un sistema cerrado de ideas. No es un dogma ni una doctrina. Por el contrario, es aquello que introduce lo negativo en un mundo que se nos presenta como evidente de suyo. Lo dado se resquebraja frente a una pregunta que no se limita a ser la subordinación a una respuesta. Frente a la caída en el vacío de certezas sin fundamentos, de un sentido común que limita y constriñe la existencia, lo negativo nos abre a la posibilidad de una comprensión más profunda, más auténtica del ser, del bien, de la belleza y de la verdad..

En este punto, la filosofía es profundamente subversiva y trastocadora del orden establecido. Ella nos instituye en el sendero de la emancipación.


Una relación con el mundo

La figura de Sócrates expresa de modo inaugural el sentido disruptivo de la filosofía. Y, también su sentido relacional. El filósofo ateniense realizaba la filosofía en diálogo con sus conciudadanos, preguntando sobre el sentido de la existencia, poniendo en cuestión los discursos dominantes y repetidos de manera irreflexiva por los hombres de su tiempo. Y, también, cuestionándose a sí mismo. Porque la pregunta resquebraja las certezas del sí mismo, abriéndonos hacia una nueva dimensión existencial.

La vida de Sócrates se contrapone con las representaciones de la filosofía como un saber abstracto que sólo involucra a una minoría reunida en sectas. Por el contrario, la filosofía es una relación con los otros. Se trata de una tarea cotidiana, de un ejercicio permanente. En modo alguno es un lujo intelectual. Es el pensamiento desplegándose y haciéndose carne en una existencia común, compartida.

Tanto la vida como la muerte del filósofo ateniense ponen de manifiesto que existir en la filosofía no es un lujo intelectual, sino una forma de existencia radical: “una vida sin examen no merece ser vivida”. Esta sentencia condensa el carácter inaugural de Sócrates como paradigma de la filosofía.


La condición humana es el suelo de la filosofía

El suelo de la filosofía no es otra cosa que la condición humana. Pensamos desde ella, desde nuestra experiencia concreta del mundo y del cosmos. Esta no es un obstáculo para el pensar, sino su comienzo mismo. La filosofía emerge desde la experiencia concreta de la finitud, del deseo, del sufrimiento y de la esperanza.


La filosofía es una tarea humanista

Ahora bien, cuando surge la pregunta desde el ser humano, nos percatamos de que el ser humano aún no es plenamente, en tanto nos encontramos con la cosificación. Marx lo expresó con claridad en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844: bajo las condiciones del trabajo alienado, el hombre se experimenta a sí mismo como objeto y no como sujeto libre. Esta constatación exige una perspectiva crítica, un movimiento negativo hacia el estado de cosas que impide que el ser humano llegue a ser en toda su dignidad.

La filosofía, entendida como tarea humanista, no puede, por tanto, reducirse a la contemplación: está llamada a comprometerse con la dignidad, la libertad y la realización del ser humano. Se trata, entonces, de pensar desde la historia, desde la condición humana y desde la crítica de todo aquello que impide que el hombre llegue a ser. La pregunta filosófica, en este sentido, es inseparable de la praxis transformadora que anima a la tradición crítica, desde Sócrates hasta nuestros días.

Un ejemplo paradigmático de esta exigencia transformadora lo encontramos en la alegoría de la caverna de Platón. El esclavo liberado que accede a la luz del sol no puede permanecer en el goce contemplativo de la verdad, sino que lleva consigo la responsabilidad de regresar a la caverna para liberar a los otros. Esa tarea implica riesgos: el rechazo, la incomprensión, incluso la hostilidad de quienes aún permanecen encadenados. Sin embargo, es precisamente en ese retorno donde se revela el sentido más profundo de la filosofía: no como posesión individual, sino como acto comprometido de emancipación colectiva.



La filosofía como conversión existencial y transformación del mundo

La filosofía no se limita a una actividad intelectual abstracta, sino que implica una conversión existencial. Estar en la filosofía significa reorientar la propia vida, asumir la inquietud de la pregunta como una forma de habitar el mundo de otro modo. Esta dimensión existencial —que ya estaba en Sócrates y que reaparece con fuerza en el existencialismo— coloca al ser humano ante la responsabilidad de decidir, de cuestionar lo dado y de construir un sentido que no está previamente asegurado.

Sin embargo, esta conversión no es meramente individual. La filosofía, como conversión existencial, es  inseparable de un compromiso por cambiar el estado de cosas que impide que involucra a la humanidad en sentido integral.







lunes, 15 de septiembre de 2025

Galvarino

José Antonio Silva 


Maximiliano Basilio Cladakis 

Hay historias que superan  la realidad. Aunque, a decir verdad, no son la mayoría. Sí forma parte de ellas la de Galvarino. Se trata de una historia de honor, de resistencia, de un coraje que trasciende lo humanamente comprensible, de un amor por su pueblo y por su tierra que eclipsaría incluso a Odiseo. Podría haber sido creada por Homero o por Virgilio, incluso por Robert E. Howard o por J. R. R. Tolkien. Sin embargo, fue el propio Galvarino quien creo su historia, creándose a sí mismo y creando un símbolo que continúa vivo aun en nuestros días.

Su historia es la de la colonización de estas tierras, luego llamadas América. No es la historia relatada en los viejos manuales de historia. No celebra el espíritu emprendedor y aventurero de españoles que no eran otra cosa que criminales sedientos de oro, poder y sangre. Es el otro lado de la colonización, el lado oculto, el de la resistencia al genocidio más grande perpetrado en este trágico sinsentido que es la humanidad.

En los albores de la Conquista, en los comienzos de la masacre, Galvarino formó parte de la resistencia mapuche. Fue un guerrero formidable en batallas absolutamente desiguales. Junto a sus hermanos luchó con fiereza contra uno de los imperios más grandes y salvajes de la época. 

Durante una de esas batallas, cayó prisionero de los invasores. Lo sometieron a un castigo brutal que debía ser también una advertencia: cortaron sus dos manos. Al mando de los españoles estaba García Hurtado de Mendoza, uno de los encargados de la brutalidad genocida, recordado hoy como un héroe, y homenajeado en calles que llevan su nombre. Esa vez, como tantas otras, quedó de manifiesto que la Civilización era y es la verdadera barbarie. 

Luego de mutilarle sus dos miembros lo enviaron de regreso a su pueblo. Debía ser un mensaje de terror que obligase al pueblo mapuche a rendirse a los pies del León de España. Sin embargo, ocurrió lo contrario.

Cuando estuvo frente a los suyos exigió continuar luchando. Juró no rendirse y su voz encendió el deseo de libertad y resistencia.

Cuando volvió al combate, luchó sin manos, con cuchillos atados a sus muñones. Convirtió su mutilación en un arma, en un signo de fortaleza. Causo el horror de los invasores. Era una visión del otro mundo, un monstruo salido de sus pesadillas. Y como siempre ocurre, todo se abre en dos perspectivas, la de los opresores y la de los oprimidos. La imagen que era la pesadilla de los primeros, fue la esperanza de los segundos.

Finalmente, fue capturado nuevamente y esta vez ejecutado.

Sin embargo, la muerte no pudo terminar su historia. Por el contrario, la inmortalizó. Pasados casi quinientos Galvarino continúa presente en todo acto de resistencia, de lucha contra un sistema brutal, salvaje. Es uno de los fantasmas que recorre América y al que temen los imperios de distinta índole. Ese espíritu nunca debe morir. Y, sabemos, que nunca lo hará.



Profundizar la esclavitud

  Maximiliano Basilio Cladakis El proyecto de reforma laboral impuesto por el actual gobierno tiene como significado profundizar la esclavi...