miércoles, 13 de marzo de 2024

Voz, Patria y Familia

Astrid Soledad Rosato


Se sirvió agua en el mate y escuchó como este le hablaba. Miró dentro de la yerba, húmeda y caliente, y sumergió los dedos hasta el fondo quemándose.  Gritó de impotencia. La voz seguía intacta. Nada lograba apagarla. Ni siquiera el dolor. Le hablaba de cosas terribles y de orígenes desconocidos.

Tiró el mate contra la pared. La voz se esparció como una luz por toda la casa, tomando paredes, pisos y muebles. No había donde correr. Se escondió bajo la cama. Sentía como unos pasos pesados se acercaban. Goteaba algo acuoso. La voz gemía y reía.

Buscando escapar se arrastró lentamente hasta el baño. Cerró la puerta con llave. Del otro lado, la voz estaba furiosa. Arañaba y golpeaba. Se escurrió por debajo de la puerta. No era sencillo para ella materializarse pero lo estaba logrando. Él cerró los ojos, se tapó los oídos y gritó con fuerza.

Ya nada importaba. Entre gritos, rogaba internamente tener algo de paz y de silencio. Su piel se había vuelto levemente roja, en realidad rojiza. No lo notó sino hasta el momento en que lentamente levantó la vista, encontrándose con el espejo.

Sus ojos se cruzaron con su reflejo. Sonrió. Una mueca se dibujó en su cara, como si la estuvieran tironeando de otro lado. El cuello hizo lo suyo, una contracción fugaz.

La voz por fin tenía un lugar cómodo donde vivir.

Lo que la voz no anticipaba era que en tres meses ese cuerpo sería Presidente de la Nación.

 

 

1 comentario:

  1. Muy bueno. La Ficción conduce a estancias del alma, a veces, otras veces nos ahoga en realidad. Siempre es necesaria.

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